Después de viajar por muchos pueblos y muchos mares,
llego,
hermano mío, para estas modestas exequias
a
obsequiarte con la última ofrenda a los muertos
y
a hablarle en vano a tus cenizas mudas...
Catulo
Y a hablarle en vano a tus cenizas mudas
vuelvo a menudo y siempre,
porque no se acostumbra mi sangre a detenerse
frente al muro de ausencias de la muerte.
Tú, mi igual en un tiempo que se aleja,
mi corazón herido,
mi desgarro.
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