LA CALLE SI NAUFRAGAS


A quienes murieron lejos de los suyos.

A quienes no pudieron acompañarlos.

Un dolor que no puedo nombrar.

                                                                                                                 Contra el olvido.



Manto de la ansiedad, niebla del día,

agua de la inquietud

que ha ido llegando

desde los barrios hacia el centro

de pueblos y ciudades.

Niebla de la ansiedad

penetrando los sueños de las madres,

empapando a los padres,

cegando el horizonte que zozobra

para todas las vidas

empujadas ahora a la intemperie.

Niebla de la ansiedad,

manto del día,

inquietud de la noche;

dura lección que, aún a pesar de tanto,

nunca ha sido aprendida.


                                              ----------------------


En la lista del frío,

que el frío te desvela,

su insistencia

para herir sin heridas

tus manos y tus pies.

En la lista del frío,

la piedad por el hijo,

por su llanto

que no sabe otro modo

de decirse.

En la lista del frío,

un desconcierto,

una impotencia,

un duelo



                                                ----------------------------


 

Perdida ya la fe (en los otros),

la esperanza (en los sistemas públicos),

la caridad (frente a la estupidez),

y aun comprendiendo (que vamos a perder),

sólo queda batirnos.

Para saber qué somos (nunca consentidores, jamás cómplices),

quién responde (cuando nos interpelan).

 

                                                -----------------

 

En marzo de 2020 se declaró en España el estado de alarma ante la amenaza de una pandemia que avanzaba sin freno.

Las escuelas se cerraron. Se cerraron comercios, restaurantes, tiendas, bibliotecas, la calle como lugar de encuentro, de trabajo. Se cancelaron los conciertos, los recitales, los teatros. Se cerraron las oficinas del paro, de la Seguridad social, los servicios sociales…en medio de una masiva destrucción de empleo, el acceso a los recursos y prestaciones públicas comenzó a reducirse a un teléfono que siempre comunicaba, o a páginas de internet en las que muchas de las personas afectadas no podían o no sabían manejarse.

Quienes trabajaban con contratos, perdieron su empleo y tuvieron que esperar durante meses para recibir las prestaciones sociales a que tenían derecho pero que no llegaban nunca. Quienes trabajaban en la economía sumergida, simplemente, nada podían esperar.

Las ayudas que los ayuntamientos, las comunidades autónomas y el Estado tenían la obligación de prestar no contaron con los recursos humanos necesarios que pudieran hacerlas realidad. Ni los había ni fueron contratados. Las ayudas a las pequeñas y medianas empresas fueron entregadas a los bancos para que estos decidieran a quién y cómo en lo que terminó pareciendo un nuevo rescate a la banca.

A la emergencia sanitaria le acompañó casi de inmediato una emergencia alimentaria. Las colas del hambre eran sólo la imagen de la realidad de los impagos de la casa, la luz, el gas, una realidad lacerante que alcanzó de un solo golpe a miles y miles de familias.  

Mientras los sistemas públicos que debían dar respuesta a esta situación quedaban colapsados y fallaban trágicamente, la solidaridad vecinal puso en pie centenares redes de ayuda que facilitaban ropa y comida.

La vida se convirtió para demasiadas personas en ese callejón sin salida por el que intentaban avanzar llevando a sus niños, a sus niñas, de la mano.

Dormir era difícil, despertarse significaba volver a enfrentar la pesadilla.

En esa angustia, nadie podía acompañarlos.

 

---------------------------------------------------------------------------------------------------


La calle si naufragas está disponible en 

- La libre de barrio, calle Villaverde 4, Leganés.  (También a través de Todos tus libros, para envío a domicilio)

. También puedes solicitarlo por correo electrónico a nuevocronica@gmail.com o  a través de www.isladedelos.es






No hay comentarios:

Publicar un comentario